Saludable Cómo afecta a los niños la falta de diálogo El escaso margen de tiempo con el que cuentan los padres para pasar con sus hijos suele retribuirse con toda una serie de actividades extraescolares. Pero una psicoanalista asegura que ésta no es la mejor opción para que los niños crezcan sanos. El niño, para ser feliz, necesita ser respetado en sus tiempos: tiene derecho a estudiar, a jugar, al descanso y al ocio.
Nos encontramos en la actualidad con niños hiperexigidos, la mayoría con doble escolaridad y realizando actividades extra, algunas deseadas por ellos y otras por necesidad o anhelo de sus padres (fútbol, baile, karate, música, maestra particular, etcétera) sumando dentista, pediatra y cumpleaños de los amiguitos (una vez por semana en general). Todo esto se convierte en una lista interminable de obligaciones y rutina que terminan por “saturar a padres y a niños”. En esta “vorágine ” no hay tiempo para las palabras. Cuando la comunicación de los sentimientos (de soledad, tristeza, cariño, etcétera) se ve denegada y se repite reiteradamente, el niño podría aislarse dentro de su vínculo familiar o padecer alguna enfermedad psicosomática o cambios en su carácter.
La falta de la posibilidad de expresión de lo que el niño siente, tanto del amor o del enojo, como de manifestación de las emociones a las que llamamos “positivas” puede llegar a enfermar, al quedar encerradas sin la oportunidad de poder transmitirlas y elaborarlas con nuestros seres queridos y amigos. Al relatarlas, los niños se sienten escuchados, reconocidos y tenidos en cuenta, mejorando así su autoestima.
Es aconsejable no apurar al niño que esté contándonos alguna historia o hechos del día (reales o fantaseados) para que se exprese con más rapidez, y prestarle atención sólo a él (en lo posible).
Hay situaciones extremas de niños que permanentemente necesitan llamar la atención de sus padres, maestros, etcétera, que habrá que observar individualmente en cada familia. Pero, en líneas generales, conviene tomarnos tiempo para comunicarnos con nuestros hijos y dejar siempre un canal abierto para intercambiar sentimientos.
A veces, los padres creemos que prepararlos y ofrecerles “casi todo” es mejor para su educación y futuro, y que darles “lo que nosotros no tuvimos” los va a formar mejor. Pero nos olvidamos del tiempo libre -crear, fantasear, jugar, inventar, dibujar, escribir sentimientos- y del diálogo.
Los psicoanalistas sabemos que el niño que tuvo tiempo para “amar y ser amado”, jugar, investigar y experimentar en sus primeros años de vida está mejor preparado para afrontar el gran desafío que es vivir y crecer.
La falta de afecto y tiempo para estar en familia genera en los niños sentimientos de vacío (tristeza, síntomas psicosomáticos, insomnio y hasta depresión), atacando luego su capacidad de pensar.
No nos asustemos entonces si por razones laborales no llegamos a casa a tiempo, no los llenemos de actividades, no le tengamos miedo al aburrimiento, pero encontremos tiempo para hablar de lo que sentimos.
Dra. Claudia Amburgo de Rabinovich Especialista en Niños y Adolescentes Secretaria del Departamento de Niños de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) Full member de la International Psychoanalytical Association (IPA)Domingo, 24 de octubre de 2010
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