Refugiada en el dolor Acompañó a su marido de la mano hasta el último minuto. Ceremonia íntima en "Los Sauces" El viaje que había emprendido a la madrugada desde la residencia “Los Sauces” hasta el hospital José Formenti se repetía, pero en sentido inverso. Eran las 10.15 de la mañana y, a diferencia del trayecto de ida, en el regreso ya no sonaban las sirenas. A esa hora el sol empezaba a calentar las calles de El Calafate y quienes vieron pasar el auto que trasladaba a la Presidenta de la Nación no se imaginaron que apenas minutos más tarde, desde esa tranquila villa patagónica, una noticia sacudiría al país.
Dos horas antes, más precisamente a las 8.08, el matrimonio había llegado a ese mismo centro médico a bordo de una ambulancia, de donde bajaron al ex presidente Néstor Kirchner en camilla y cubierto con una manta beige. Cristina, con anteojos negros y un celular, había acompañado de la mano a su esposo durante todo el traslado. Pasadas las 10 de la mañana, el cuerpo de Kirchner fue trasladado del hospital a la casa del matrimonio, donde un religioso esperaba el arribo de la mujer que acababa de perder a su compañero de toda la vida, víctima de una descompensación cardíaca, con la idea de brindarle apoyo y contención.
EL LLAMADO A SUS HIJOS
Cristina todavía no había comunicado la trágica noticia a sus hijos y en torno a la casa más famosa de El Calafate ya se desplegaba un descomunal operativo de seguridad que finalmente incluyó fuerzas de Prefectura, Gendarmería y la policía provincial.
Ya en la residencia que el matrimonio había elegido como lugar de descanso, la Presidenta llamó por teléfono a su hijo Máximo, que estaba en Río Gallegos y viajó por tierra a El Calafate -lo hizo junto con el gobernador provincial, Daniel Peralta, y la madre del ex mandatario fallecido, María Ostoi-; y después le avisó a Florencia, que a las 11 de la mañana -hora argentina- ya emprendía el regreso a nuestro país desde Nueva York, donde reside y estudia cine.
En la soledad de esa inmensa casa, y sólo acompañada por personal doméstico y algunos amigos cercanos al matrimonio, la Presidenta se refugió en el dolor y desde allí comenzó a aguardar la llegada de sus hijos y de su madre.
Había muerto el hombre fuerte de la política argentina, el mismo que hace más de treinta años la había conquistado en la Universidad Nacional de La Plata y con quien formó un matrimonio que llegó a ocupar dos veces la presidencia de la Nación. Ayer, en la soledad de la inmensa casa “Los Sauces”, esos recuerdos dolían.
Jueves, 28 de octubre de 2010
|