Testimonio de un Héroe de Malvinas "La historia del Casco" Con motivo de conmemorarse el trigésimo noveno Aniversario de la Gesta de Malvinas y el Día del Veterano y los Caídos en la Guerra compartimos nuevamente con nuestros lectores una entrevista realizada por MonteCaseroOnline en 2014 al ex combatiente Antonio "Tono" Peroni.
Tu rostro sigue marcado a través de tantos años tu tristeza no se borra tu valentía no se olvida. Muchacho joven aún de niño fuiste soldado y supiste de la guerra sin haberla deseado…"
Los ex combatientes de Malvinas han traído infinitas historias de aquel conflicto bélico de 1982, regresaron y las guardaron como reliquia siempre viva, en su memoria y con el paso del tiempo fueron de a poco abriendo ese inmenso baúl de recuerdos, rompieron el hielo y comenzaron a contarlas en público, porque en rueda de amigos era muy común escucharlas. Entre estas numerosas historias de heroísmo MonteCaserosOnline les trae una muy especial porque quien la rememora es un gran amigo. (Nota archivo realizada por el medio la noche del viernes 4 de abril de 2014)
Antonio Eduardo Peroni, ex combatiente de Malvinas visitó en la noche de este viernes 4 de abril nuestra redacción, Tono un amigo desde hace muchos años, hoy después de tanto insistir accedió a una entrevista y lo hizo por la gran amistad que nos une, Patricia su esposa tuvo mucho que ver con este logro nuestro.
Llegó con una bolsa de papel madera… se sentó y dijo “bueno aquí estoy empezá a grabar, no no es solo una broma, no quiero,no me gusta que me graben”, luego accedió y se fue explayando, ya más tranquilo pero siempre muy emocionado iniciaba a narrar una de sus tantas vivencia en las islas.
“Aproximadamente a las 4 de la mañana del 12 de junio caigo prisionero, los británicos me revisan y ahí pierdo mi casco, mi armamento, todo… ” de esta manera comenzaba su relato Antonio Peroni, ex Combatiente de Malvinas en una entrevista exclusiva.
“Cuando estábamos prisioneros un británico nos decía que si nosotros levantábamos los heridos y los muertos ingleses ellos a cambio de eso nos dejaban levantar a los nuestros. En medio del combate andábamos reuniendo heridos y muertos de ellos, en el momento que íbamos alzar a un inglés cae una bomba y nos tiramos cuerpo a tierra, yo me quedé justo al lado de un compañero muerto, entonces le saco el casco y me lo pongo, con 18 años que yo tenía solo quería cubrirme la cabeza, por eso se lo saqué y seguí yo con ese casco".
"Recuerdo que bajamos la montaña hasta el pie de la misma con un inglés herido, todo el recorrido lo hicimos en pleno bombardeo… en un momento vemos una gran explosión en el mar producto del disparo de un misil argentino el que pegó a un barco inglés, y provocó la ira de los británicos, enloquecieron, y a los gritos nos hicieron levantar sus muertos. Se inició una marcha, los prisioneros comenzamos el camino a retaguardia con los británicos, caminamos toda esa mañana, no sé cuántos kilómetros, perdí la noción llevando alzado a un inglés muerto hasta un lugar donde bajaban los helicópteros británicos , ahí cargaban a sus heridos y a sus muertos y se los llevaron a todos. A nosotros nos hicieron entrar a un contenedor, más tarde nos sacaron de ahí y seguimos caminando, yo y el suboficial de apellido Comachi con un subteniente de apellido Juárez, herido, seguimos caminando hasta un lugar donde estaban los gurkas, estos nos hicieron poner en cuclillas con las manos en la cabeza, en la nieve, mientras curaban a los heridos argentinos. En ese momento veo que un sub teniente argentino que estaba al lado mío tenía mi casco, el que yo había perdido en el frente de combate, con la identificación que decía Peroni y por la “cinta” rota lo reconocí… entonces balbuceando le digo “ese casco mío”… él había hecho lo mismo que hice yo cuando cayó la bomba, agarró el primero que encontró y se lo puso, y ahí en ese mismo instante los intercambiamos” recordaba el Héroe montecasereño.
“Nos cargaron a un helicóptero y nos llevaron a un establecimiento llamado Fitz Roy donde permanecimos en unos corrales como prisioneros de guerra creo que hasta el día 14. Cuando nos íbamos a los corrales, el tirador del helicóptero británico me pide el casco y le dije que no, hasta ese momento lo quería para cubrirme la cabeza. Nosotros sentíamos el bombardeo de la guerra que continuaba, entonces yo agarraba mi casquito me arrodillaba y quedaba quietito. El casco me sirvió para todo."
"El 15 nos llevan al estrecho de San Carlos, ahí permanecimos unos días en unos galpones hasta que nos trasladaron al Buque inglés “Canberra”, yo a mi casco no lo abandonaba. En ese momento el casco me resultaba muy valioso pues los británicos lo querían como trofeo de guerra y los cambiaban por comida, algo indispensable para nosotros en ese momento. Permanecimos en una habitación que tenía cuatro camas cuchetas, sin colchón, éramos cinco, uno dormida en el suelo y los otros sobre los elásticos, para nosotros significaba estar en un palacio, después de tantos días en las trincheras completamente mojados. Seguíamos con la misma ropa, toda rota y sucia… En donde estábamos detenidos la puerta estaba cerrada pero no tenía llave, entonces solíamos abrirla, y al guardia del pasillo le mostrábamos el casco para que nos lo cambiara por comida, y nos respondía “ok ok", pero jamás nos trajo nada”.
“Si bien nunca nos obligaron a entregar nuestros cascos, un británico entró a la habitación, encontró el mío y se lo llevó… pensé que lo había perdido, pero creo que fue al otro día cuando nos llevan a comer a cubierta y en un pasillo del buque estaba “EL” dado vuelta, recuerdo que un sargento me dijo que estaba ahí, y que si a la vuelta pasábamos por el mismo lugar, lo iba a recuperar y así podíamos obtener alimento. Yo tenía miedo de agarrarlo, pero como nos llevaban custodiados un guardia por delante y otro atrás y yo iba en el medio de la fila, se empezaron a abrir un poco para que no vean y pude recupéralo y así seguí caminando con mi casco apretado contra mi pecho. Lo escondimos en la pieza, y después de tantas idas y venidas logré traerlo de regreso conmigo.”
“Tras la rendición, el buque británico Canberra atracó en Puerto Madryn en donde desembarcamos, luego en camiones nos trasladaron a la ciudad, la gente nos recibió con aplausos y algarabía… después nos trasladaron a Trelew y posteriormente a Campo de Mayo. Luego de permanecer unos días en el lugar, y yo siempre acompañado de mi “casquito”, nos trasladaron a nuestro lugar de origen, cuando llegamos a Monte Caseros, en el andén de la estación me esperaban mis padres, mi hermana Marta y mi querida ahijada Valeria. No puedo describir la emoción que en ese momento sentí. El casco se lo entrego a mi madre… y desde entonces lo tengo conmigo.”
...Y esa misteriosa bolsa de cartón con la que llegó a nuestra redacción contenía nada más y nada menos que el casco, ¡Su gran trofeo de guerra!
Gracias Tono, gracias amigo por compartir este testimonio de vida con MonteCaserosOnLine
Viernes, 2 de abril de 2021
|