Televisión A horas de su regreso, hablo Juana Viales A horas de su vuelta a la televisión, la conductora habló con Teleshow. Adelanta en exclusiva las novedades de los clásicos almuerzos, cuenta cómo van a encarar el año con pandemia y elecciones, y confirma los especiales que este año realizará Mirtha Legrand
“Este es un programa familiar”, dice Juana Viale, que va por su segundo año al frente de la clásica mesaza de su abuela, figura indiscutida de la televisión argentina, Mirtha Legrand. En 2020 fue la pandemia la que apuró a Juanita a hacerse cargo de los programas de su predecesora: el histórico Almorzando con Mirtha Legrand y su versión nocturna, más cercana en el tiempo pero no por eso menos exitosa, La noche de Mirtha. Pero la edición 2021 tiene un aire nuevo. Cuenta la nieta elegida como suplenta, según ella misma se define, que Chiquita le pidió por favor que agreguen la extensión Con Juana Viale a los nombres de ambos formatos. Todo un gesto y un síntoma de la etapa que se abre.
“Es necesario innovar: el público lo fue pidiendo”, afirma Viale en esta entrevista con Teleshow. La nueva escenografía y el estudio de 500 metros cuadrados son herramientas que, según considera, van ayudar a descontracturar el ambiente. “Es una mesa donde nos sentamos todos a charlar y a conversar, pero tenemos más espacio”, justifica.
Con Nacho Viale a la cabeza de la producción, como siempre, el equipo de la familia más televisiva se prepara para salir a la cancha este sábado. Con los nervios de algo que está por comenzar, Juana confiesa: “Le empiezo a poner mi impronta, pero nunca me confío. Es una marea constante, todo cambia”.
—¿La conductora llegó para quedarse?
—Ahora llegó para quedarse este programa que ya tiene no sé cuántos años de vigencia y con una suplenta familiar que soy yo (risas), la nieta. Al comienzo del año pasado fue un desafío bastante importante porque empecé por 15 días y se estiró un año. Ahora vamos por más, otro año.
—En algún momento del año pasado, ¿lo empezaste a disfrutar?
—Sí. Fue un desafío enorme: fue ponerme unos zapatos que me quedaban muy grandes, en un contexto muy complejo. Soy actriz y, de repente, (tenía) actualidad en un contexto pandémico mundial, donde era monotemático todo. Se sentaron personalidades de todos los ámbitos, todas las ramas. Al principio bastante más tímida, un poquito más observadora, y después le fui tomando el gusto. Me gusta escuchar, que se armen debates, que la gente exponga lo que piensa. Gente de cualquier partido político: no hay ninguna cara que queramos mostrar como programa.
—Algunos lo leyeron como un mensaje la despedida del año pasado, bailando el tema del Dipy. ¿Dudaste este año de la propuesta o venías pasándola bien y aceptaste sin dudar?
—No, no dudé. Lo particular de este ciclo es que es un programa familiar detrás de cámara. La producción es de StoryLab, que es mi hermano Nacho Viale, y la conductora, Mirtha Legrand. Es algo que se habló y se siguió hablando: la pandemia no terminó, mi abuela es una persona de riesgo; por más que ya tiene una dosis, todavía tiene que tener muchos cuidados. Es algo consensuado familiarmente. El programa se sigue llamando Almorzando con Mirtha Legrand y La noche de Mirtha, solamente que mi abuela pidió por favor que le pongamos Con Juana Viale (risas).
—¿Cómo te sentiste con eso?
—¡Es un montón! Son grandes actos de amor que, a la cara de un televidente o de una persona que empieza a especular, por ahí no se ven. Pero al final, son todos pequeños actos de amor.
—Entonces es el programa de Mirtha, pero empieza a aparecer cada vez más fuertemente el sello de Juana.
—Es necesario innovar: el público lo fue pidiendo. Tuve la suerte de poder tomarme vacaciones este verano y viajar por Argentina, y la devolución del público... No tenía dimensión de lo que se ve el programa. Realmente lo digo. Siempre fui una persona a la que reconocían, pero fui a pueblitos muy extraños, de cantidad de gente, y un amor... No tengo palabras para agradecer: mucha gente diciendo que fui una compañía en estas épocas de encierro, de cuarentena. Esto del programa le da una dinámica, no sé si fue mi sello o ayuda de los invitados, que permite que sucedan cambios. Así que sí, una vuelta de tuerca.
—Cuando Mirtha tenga la segunda dosis, ¿la idea es que de a poco vuelva a la conducción?
—La abuela quiere volver, siempre quiere trabajar. No con dos programas semanales porque ya no tiene ganas, pero sí con unos especiales. También enriquecería la entrevista desde otro lugar. Vamos a compartir estudio, ojalá, pero cuando esté todo un poquito más controlado o haya una seguridad más explícita con las vacunas.
—El año pasado fue la pandemia, pero este viene con la segunda ola y las elecciones. ¿Qué programa imaginás?
—Me gustaría que sea un programa completamente abierto: es necesario escuchar todas las voces, no quedarse con una campana de nada. Las elecciones son un puntapié para que se animen a sentarse varios que no se han sentado; estoy expectante. La segunda ola es incertidumbre: todos estamos un poco mirando lo que está pasando en otros lugares. Pero me llena de desafíos y de expectativas. Es lo único que puedo decir.
—¿Los que no se sentaron todavía fue por decisión propia o no han sido invitados?
—Por decisión propia: todos han sido invitados. Uno no puede decir: “Producción llamó a no sé quién y dijo que no”. Hay algunas personas que me tomé el trabajo de escribirles personalmente para que no digan que alguien no escribió, que no llamó. Entonces, a ciencia cierta, te puedo decir que si no se sentaron fue porque no quisieron.
—¿A quiénes les escribiste personalmente?
—Particularmente le escribí al Presidente, a Alberto (Fernández), y me dijo que veamos más adelante. Esto fue el año pasado. Después le volví a escribir y no me contestó. Seguramente ha tenido un año bastante complejo, pero sería interesante que este año sí pueda sentarse.
—¿Te gustaría tener a Alberto en la mesa?
—Sí, me gustaría tenerlo a Alberto, a Mauricio (Macri), a (Santiago) Cafiero. Me gustaría tenerlos a todos. Desde Seguridad, Justicia, que se sienten todos. Es importante. Es un programa que me llamó la atención por la magnitud, por dónde se ve, toda la Argentina. Uno dice: “Bueno, Buenos Aires...”, pero Argentina es gigante y por todos los lugares en los que estuve, Salta, Jujuy, Catamarca, San Juan, San Luis, Mendoza, Misiones, se ve y se escucha. Entonces, y más que estamos en elecciones, es importante que los lleve.
—¿Qué le preguntarías hoy a Macri?
—De todo. Desde los errores que cometió, que es un poco el análisis del libro... Le preguntaría qué hubiese hecho él como presidente en esta época tan particular. Muchas cosas.
—¿Te gustaría tenerla a Cristina en el programa?
—Sí, también me gustaría. Una Cristina que se deje preguntar y que no se sienta con una necesidad imperante de responder lo que ella quiere decir, sino responder preguntas reales.
—¿Cómo viviste la noticia del vacunatorio VIP? ¿Qué sentís cuando sale a la luz un nuevo caso?
—Son tiempos muy difíciles en los que está en juego la salud de todos. No me animaría a vacunarme teniendo la edad que tengo sabiendo que hay muchas personas que la necesitan por una cuestión de edad o de enfermedades que pueden impactar sobre el Covid. Las listas no sirven para nada y menos en esta época donde tiene que prevalecer la solidaridad, el cuidado de uno para cuidar al otro. Hay muchos discursos sobre el “cuidate”, ”quedate en casa”, la distancia, que se desmoronan cuando ves esos vacunados VIP, gente joven. No tienen razón de ser. El primo, el amigo, el cuñado... Conozco personas que han fallecido por Covid y decís: “¿Y si ellos hubiesen tenido la vacuna en vez del vacunado VIP?”. Hay una responsabilidad social muy grande. Así como se criticó mucho al surfer al inicio (de la cuarentena) o al que volvió en el barco, ¿qué te puedo decir? Es un desastre la vacunación VIP.
—Un momento del programa que genera mucha expectativa tiene que ver siempre con tu aparición y con los looks. ¿Tenés a todas las marcas queriendo vestirte para todo el año?
—Impresionante (risas). Estoy con Gino Bogani porque, además de ser un gran diseñador, se ha convertido en un gran amigo, un gran consejero. Encontramos una simbiosis divertidísima para trabajar, siempre a contrarreloj. Los diseños son de una semana y media para la próxima. Cualquier diseñador sabe que cuando tiene que empezar a producir, siempre es a contrarreloj. Hoy en día me divierto. Si yo no me divierto…
—¿Ya están listos los looks para este fin de semana?
—Todavía no sé lo que me voy a poner porque Gino no me lo quiere decir (risas). Ese nivel de confianza. Tengo que hacer prueba de vestuario porque es un detallista que no se imaginan, pero todavía no me dice el color ni la forma, nada.
—Te tocó estudiar mucho el año pasado, meterte desde otro lugar en los temas. No es lo mismo ver la actualidad como ciudadano que ser la que está escuchando, preguntando y repreguntando. ¿En algunos temas cambiaste de opinión?
—Sí, no soy muy de casarme con una idea y ser una fundamentalista. Me parece muy importante poder escuchar. Por eso digo de ser pluralista y tener todas las voces. Me siento más ciudadana que periodista, entonces muchas veces pregunto no desde un punto de vista ajeno a la capacidad de recepción de tanta información, sino de una realidad que observo. Siento que no hay buenos y malos, no existe eso.
—Cuando comenzó la pandemia parecía que podíamos unirnos, pero hoy estamos enemistados por todo de vuelta. No podemos ser blanco y negro.
—Sí, lamentablemente. Cuando Alberto se había ganado a la Argentina... Había gente que estaba a favor y en contra de sus pensamientos políticos, pero nos unía otra cosa: un poder de diálogo, un fin. Después aparecieron un montón de imágenes de él abrazado con ciertas personas sin barbijo, sin distanciamiento. Eso generó una distancia, hablando de la gente común, por decirlo de alguna manera. Y empezaron a aparecer un montón de cuestiones ya más políticas, de por qué tomó esta decisión en este momento, ¿es realmente importante ahora? Lamentablemente porque si nos hundimos, nos hundimos todos, y si salimos a flote, salimos a flote todos. Pero la política hace eso de tirar para un solo lado.
—¿Te llevás bien con tu hermano trabajando? ¿Las negociaciones las tenés con él?
—Me llevo bien con Nacho, sí. Con (Pablo) del Pozo, el director, hablamos en la apertura de cosas relacionadas a lo actoral, a lo estético, los tiempos de cámara.
—De plata, ¿con quién se habla?
—No hablo de plata, soy la peor negociante del mundo. Siempre pierdo... (risas). Sea mi hermano o quien sea.
—¿Cómo te preparás? ¿Hay cábalas? ¿Se duerme la noche anterior?
—No estoy durmiendo desde hace una semana. Muchos nervios.
—Arrancaste por dos semanas y vas por el segundo año y con impronta propia. ¿Hay algo consagratorio en este nuevo comienzo?
—Le empiezo a poner mi impronta pero nunca me confío. Todo cambia, es una marea constante. Hay aguas más cálidas y aguas más frías. No es que me voy a ir a sentar como: “Ah, esto ya lo conozco”. Me da mucho nervio y mucha inseguridad. Me alimento de eso, me gustan los desafíos y no saber el resultado. Va a ser un año para recordar como tantos otros.
Fuente: TeleShowSábado, 27 de marzo de 2021
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