Ante una multitud de feligreses Monseñor Adolfo Canecín fue ordenado obispo coadjutor Monseñor Adolfo Ramón Canecín recibió la ordenación episcopal durante una celebración eucarística que se desarrolló en la tarde del miércoles 25 de marzo en el atrio de la catedral de Nuestra Señora del Rosario. El obispo coadjutor de Goya aseguró que dedicará sus esfuerzos a buscar la unidad del hombre, en su cuerpo y en su espíritu, y de la comunidad diocesana.
Monseñor Canecín recibió el orden episcopal de manos del obispo diocesano de Goya, monseñor Ricardo Faifer. Fueron cocosangrantes monseñor José Vicente Conejero Gallego, obispo de Formosa, y monseñor Andrés Stanovnik OFMCap., arzobispo de Corrientes.
Una veintena de obispos, decenas de sacerdotes y cientos de fieles de los siete departamentos que componen esta diócesis, más los fieles provenientes de Formosa, tierra natal del nuevo obispo, se ocuparon en el escenario y sus alrededores. Asistieron a la celebración el gobernador de Corrientes, Ricardo Colombi, y el intendente local, Jorge Bassi, entre otras autoridades.
Monseñor Faifer tuvo a cargo la homilía de la celebración. El obispo diocesano, que pidió al papa Francisco la gracia de un obispo coadjutor para atender las necesidades pastorales, recordó que el obispo es constituido “legítimo sucesor de los Apóstoles” para enseñar, santificar y gobernar el Pueblo de Dios como ministro, en nombre y con la autoridad de Cristo.
El obispo titular dijo a su coadjutor que la tardea del obispo es principalmente “un oficio de amor” que requiere “la total disponibilidad para la entrega”.
“¡Adolfo, recibes hoy la gracia del episcopado con toda su carga de consuelo y de cruz! Que la recibas en sintonía con el Corazón de Jesús y de María, en total y humilde disponibilidad para la ofrenda de tu vida en amor a Cristo y a su esposa la Iglesia”, expresó monseñor Faifer.
Luego del rito de ordenación, el flamante obispo goyano pasó a presidir la Eucaristía. Al final de la celebración, monseñor Canecín dirigió unas palabras a sus feligreses y manifestó su deseo de ser “un pastor que sepa escuchar el discernimiento del pueblo y trabajar por la unidad del mismo", en coherencia con su lema episcopal: «Que sean uno».
El obispo, que se presentó con un inusual báculo coronado por la letra griega tau, que identifica a los franciscanos, también consideró que existe una falta de coherencia en cuanto al pensamiento y la acción del hombre.
Monseñor Canecín afirmó que "tenemos una sociedad bastante esquizofrénica en muchos sentidos" y llamó a vivir el Evangelio en la vida: "Cuando Dios y el hombre se ponen de acuerdo, ocurren maravillas; este ponernos de acuerdo tiene implicancias eclesiales y sociales".
El escudo episcopal
Monseñor Canecín explicó los símbolos que se reúnen en su escudo episcopal. El arcoíris es “signo de la alianza, expresión de la Iglesia que en Cristo es como un sacramento e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano”. También manifiesta los siete departamentos que integran la diócesis.
El agua, la tierra y la vegetación aluden a la geografía diocesana; la estrella es “la presencia permanente, discreta y eficaz de la Virgen de Itatí”, la Biblia es símbolo del conocimiento de Jesucristo, que es Palabra de Dios; el pan partido es la Eucaristía, “cumbre y fuente de la vida cristiana”. El báculo representa al pastor que, en actitud de servicio y minoridad, va a veces adelante, otras al medio y otras atrás del rebaño.
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Fuente AICA Jueves, 26 de marzo de 2015
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