Anila Rindlisbacher Cuento de Navidad: No se lo digas a nadie, sólo al Niño Jesús… Una nochecita de verano en la ciudad de Monte Caseros, provincia de Corrientes, una niña llamada Paloma y su hermano Bautista, comenzaban a cumplir con un ritual que repetían todos los años. El mismo consistía en pedirle al Niño Jesús, durante unos minutos mirando al cielo antes de ir a acostarse, el regalo que querían recibir para Navidad.
- Niño Jesús, yo quiero que me traigas un par de patines con botas, esos de ruedas de color naranja como los que tiene mi amiga “la Cecilia”, susurraba Paloma.
- Niño Jesús, yo quiero un colectivo grande, como el que vi en la vidriera de la juguetería que está en la calle Alvear, al lado del kiosco de Don Justo. Pero no el más chico, sino el más grande, ese que es amarillo y verde, así puedo llevar muchos pasajeros, explicaba en detalles Bautista -no vaya a ser cosa que el Niño Jesús se confunda de modelo y tamaño-. Los padres de Paloma y Bautista querían saber cuál era el regalo que habían pedido, pero los niños no lo querían decir; pues había corrido un rumor entre sus amigos del barrio de que si contaban lo que pedían, llegaba cualquier regalo menos el deseado.
Al principio los padres no insistieron, pensando en que pronto se olvidarían de esa absurda idea. Pero cuando se acercaba la fecha y los niños no revelaban su pedido, trataron primero de averiguar sutilmente.
- Paloma, ¿qué le habías pedido al Niñito Jesús?, que no me acuerdo.
- No te lo dije mami, porque si te lo digo el Niñito Jesús se puede enojar y traerme otra cosa.
- Pero Paloma ¿de dónde sacaste eso? Además yo soy tu mamá, contame… te prometo que no se lo voy a decir a nadie.
Con Paloma no hubo caso. Pensó que como Bautista era más chico tal vez… Pero Bautista tampoco dio el brazo a torcer, y ante las insistencias de su mamá, le daba a cada rato una respuesta distinta.
- Le voy pedir una pelota de fútbol.
- Le voy a pedir un auto de carrera.
A la media hora
- No ¡ya sé! mejor una pistola de agua. Y así decía cambiar de idea dos a tres veces por día.
Los padres desconcertados no sabían qué hacer. Ellos querían que sus hijos recibieran el regalo que tanto soñaban…Pero ¿cómo averiguarlo?
- ¿Qué te parece si le contamos la verdad a Paloma que es más grande, y le decimos que no existe el Niño Jesús?. Propuso el padre desesperado.
- ¡No¡ -la madre puso el grito en el cielo-. Ella es chica, tiene diez años, no podemos romperle la ilusión. Ya vamos a buscarle la vuelta. Voy a hablar con su amiga Cecilia, ella debe saber.
Y así fue como la mamá de Paloma se enteró por “la Cecilia” que Paloma quería una muñeca que hablara y Bautista un helicóptero. Amalia y Héctor, aliviados, fueron esa misma tarde a la juguetería del pueblo y eligieron la muñeca más hermosa que encontraron y un espectacular helicóptero a control remoto. Faltaban sólo tres días para la nochebuena y ellos ya habían cumplido su misión. Habían envuelto los regalos en papel celofán, y los habían escondido sobre el ropero, cubriéndolos con mantas, como para que pasaran desapercibidos.
Paloma y Bautista jugaban felices en la vereda, sin sospechar que el Niño Jesús no había escuchado sus súplicas. Sólo un milagro y la magia de la Navidad podrían hacer que esos regalos se conviertan en los deseados…pero eso sólo pasa en los cuentos.
(Adaptación del cuento colectivo escrito especialmente para Clarín blogs en el año 2008) Ilustrado por Juan ArguellesMartes, 23 de diciembre de 2014
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