Muy Pronto por la TV Pública Aquellos días Felices: con la actuación de Luigi Serradori Aquellos días felices fue una de las dieciocho propuestas que ganó el concurso federal impulsado, en 2011, por el Consejo Asesor del SATVD-T (Ministerio de Planificación), el INCAA y la Universidad de San Martín. Ambientada en Puerto Iguazú . Luigi Serradori, , uno de los actores que completa el elenco principal.
La vida está llena de pequeñas y grandes decisiones. Somos libres y por eso no podemos dejar de elegir continuamente…”, piensa Verónica, la protagonista de Aquellos días felices, aún abrumada y encendida por el volcán de impresiones inaugurales, que acaba de reducir a cenizas la monotonía de su existencia. Contemplando la selva misionera desde el balcón de la cabaña que ahora es su hogar, con el primer cigarrillo de la jornada consumiéndose entre sus dedos flacos, Sonia Miller, la heroína de Fronteras, se pregunta: “¿Qué carajo hago yo acá?”.
Fue mera casualidad que Sabrina Farji (autora y directora de Fronteras) y Maximiliano González (autor y director de Aquellos días felices), escogieran el profundo carmesí de la provincia de Misiones, para ajustar allí el foco de dos historias con algunos puntos de contacto, y muchas diferencias entre sí. En el presente de la ficción, Verónica y Sonia acaban de cumplir cuarenta años. Dicen tener “una vida hecha” pero el hastío o el azar van a astillar esa certeza, obligándolas a torcer el rumbo de su destino.
Aquellos días felices fue una de las dieciocho propuestas que ganó el concurso federal impulsado, en 2011, por el Consejo Asesor del SATVD-T (Ministerio de Planificación), el INCAA y la Universidad de San Martín. Ambientada en Puerto Iguazú (ciudad natal de González), durante ocho episodios de media hora, la miniserie sigue a Verónica (Mónica Lairana), una maestra rural cuya rutina se balancea entre la escuela, las clases de baile de la hija adolescente y las de pintura a las que ella asiste, antes por no renunciar a la conversación con el maestro ilustrado (Luis Llarens), que por su talento (módico) para crear figuraciones cromáticas (“No se puede pintar si uno no se anima a sentir lo que hace”, le refuta el anciano pintor). Cuando Camila (María Bernardini) “la suplente”, irrumpe en la escuela Ka´Aguy Poty, Verónica se entrega con poca voluntad a un escrutinio iniciático de frustraciones y deseos que va a comprometer sus sentimientos y convicciones, tanto como sus lazos familiares. En ese territorio enajenado por las instituciones, que es el cuerpo de cualquier mujer que sea maestra, madre y esposa a la vez, va a jugarse la delicada historia de amor que desenvuelve Aquellos días felices. Luigi Serradori, Director de Cultura de la ciudad de Monte Caseros Natalia Pérez, Rita Vercesi y Tito Gómez, completan el elenco principal. En este trabajo —que aún espera su oportunidad en alguna pantalla nacional—, Maximiliano González (La riña, La guayaba) afianza su, ya característica, sintaxis audiovisual. Imágenes de indiscutible belleza que enseñarán todo tipo de novedades al ojo del espectador rioplatense: la potencia del paisaje virado al rojo, los espirales fonéticos de la lengua y la música guaraní, la condición cultural, diversa e inestable, de la vida (a veces, mera subsistencia) en la Triple Frontera. Ese puñado de pormenores, reunidos en una equilibrada síntesis visual, configuraría por sí solo el complejo atractivo de Aquellos días felices.
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A pesar de haberse rodado en las localidades de El Soberbio y Posadas, el relato que trama Fronteras (una de las series ganadoras de la tercera edición del Concurso Prime Time 2013, promovido también por el Consejo Asesor del SATVD-T, pero en sociedad con el Consejo Interuniversitario Nacional), transcurre en el pueblo hipotético de Ta´Arombí. Allí aterriza Sonia Miller (Isabel Macedo), días después de que la dirección del hospital en el que trabajaba rechace su ascenso a jefa del Departamento de Pediatría. La oferta que le hace el doctor Martín Brohm (Raúl Taibo), será la tabla de salvación que facilitará la huida de Buenos Aires.
A poco de su arribo, una racha de eventos, más o menos desafortunados, pondrán a Sonia en contacto con asuntos desconocidos: la idiosincrasia guaraní (los rituales domésticos, la dulzura del varón, la sumisión de la mujer), la hostilidad hegemónica de las corporaciones sojeras y la preponderancia que la Naturaleza comienza a ejercer sobre sus fobias y prejuicios (“Hago lo que puedo. Todos los días trato de adaptarme a las hormigas, que las odio, que me dan pánico… a la falta de insumos… a la soledad”).
Fronteras consta de trece episodios de una hora. Romina Rissolo, Ramiro San Honorio y Julia Scarone colaboraron con la directora en la confección del guión. Sol Lopatín tuvo a su cargo la dirección de fotografía y Christian Basso la composición de la música original. En tanto, Tonolec interpreta el tema de cierre que replica el nombre de la serie.
Como el de Aquellos días felices, el guion urdido por Sabrina Farji (Eva & Lola, El paraíso) tematiza la tensión cultural que formatea los vínculos, comunitarios, laborales y de clase, entre habitantes criollos y originarios. Ambas series, también, abren notas al pie para denunciar la naturalización de prácticas de sometimiento infantil (desde explotación laboral hasta prostitución), ciertas formas cristalizadas de abuso comercial y miopía judicial consecuente (desde el “contrabando hormiga” hasta la contaminación de tierras y campesinos por aplicación de glifosato), o el agotamiento del canon familiar heterosexual y matrimonialista.
Junto a Macedo y Taibo, Matías Desiderio, Lorenzo Quinteros, Nacho Gadano, Juan Palomino, Celina Font, Julieta Ortega y Fabián Mazzei aportaron matices dramáticos a la realización.
Por último, tanto Aquellos días felices como Fronteras descubren una provincia, unas criaturas, unas expresiones que carecen de visibilidad televisiva. Al diversificar el catálogo audiovisual con esas imágenes y esos relatos inéditos, cada una a su modo, repara ese defecto de la pantalla. Una pantalla que, durante demasiado tiempo, formateó al espectador para no mirar y no escuchar, ni disfrutar ni estremecerse, por lo tanto, para no apreciar lo que sucede o se manifiesta, a miles de kilómetros, pasando la General Paz. Fuente: Tiempo Argentino
Miércoles, 23 de julio de 2014
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