Miguel Silva Carta para mi hermano Amado hermano:
Tu cuerpo se convertirá en cenizas y ellas se harán viento
Ese cuerpo que te dejó temprano, y esas llagas profundas, dispersas... que te lastimaron sin pausa alguna, también se descubrirán con el tiempo y quedarán hundidas en la nada.
Gracias por haberte tenido como hermano...ahora la congoja me invade... me traspasa el corazón...sigues vivo en mi y te sigo queriendo, ahora todo será diferente, tu en el cielo y yo aferrado a la oración. Muchas veces te escuche decir que la vida había que vivirla intensamente porque uno nunca sabe si hoy será nuestro último día. Ciertamente querido hermano,viviste para tus hijas, te desviviste por ellas y en aquellos tiempos en familia eran hermosos y que nunca nadie podrá quitar de mis recuerdos. Beto, tu muerte abrupta me ha dejado sin palabras, todo es para mi es impotencia, rabia y dolor, voy a aceptar tu ausencia pero el vacio será inmenso.
Tu espíritu triunfante, querido hermano, sin nudos, sin trancas, está nadando a la velocidad del universo... Está ganando luz a ritmo de sol. Hermano, te digo que no has muerto. Lo que pasa es que tu atormentada humanidad se ha cansado en medio del camino.
Quiero que te acuerdes de tus hermosos años del Hot Jazz Club tocando tu bateria azul nacarada junto a Lelé, Nene, Kelo, Fito, Cacho, Tito, ... quiero que te acuerdes aquel San Lorenzo de tus amores que en tantas noches movían la gran pelota de basquet junto al Matungo, Pepe, Pon Pon, Juan Ramon, Carloncho, el Gordo Pino, quiero que te acuerdes de tus amigos de la adolescencia Eduardo, Manolo, Juan, Pipo, Andres, Heriberto... quiero que te acuerdes de tu perro Ñaró que te salía a encontrar cuando regresabas del colegio y tantos más que quedarán sellados en el tiempo.
Ya, ninguna mano estrechará tus manos generosas. Esas manos diestras y virtuosas que sirvieron para devolver vida. Esas manos maestras, cariñosas, que valieron para sembrar amistad...en tus tantos años que le diste a la educación. Tú serás, amigo, hermano, el brillante albor de todos los amaneceres, en esa inmensidad que acabas de conquistar. Ya nadie escuchará tu plateada voz orientadora y veraz. No obstante, ella escalará los espacios de esa inmortalidad a la que arribaste. Tu espíritu firme, sin avatares, rondará y velará las noches; y, con sus efluvios tan luminosos arreglará las horas de los días que en alguna esquina, nosotros los seguiremos contando.
Nadie mirará tu pródiga sonrisa siempre acompañada de elevados gestos, de acciones nobles y desprendidas, pero todos sentiremos que vives...porque nos dejaste buenos recuerdos y porque en este tu nuevo tiempo eres paradigma de nacientes sueños.
Deja, hermano mío, reposar tus huesos. Deja, hermano mío, descansar tus venas. Llegó temprano para ti la cosecha; y, esos frutos que hoy recoges, son las obras plantadas en esta comunidad a la que con tanto amor, sin ambages, te entregaste. La brida quedó suelta y el corcel de andar ligero y digno ha empezado a marchar, llevando tus ánimos al mundo de los buenos. Te toca, hermano,darle licencia a tu alma abierta como el gran espacio. Te toca, hermano,la trascendencia. Hasta siempre
MIGUEL SILVAViernes, 7 de enero de 2011
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