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Martín Balza Desde hace 20 años los golpes son cosa del pasado El embajador en Colombia, Martín Balza, afirmó que la represión del "mesiánico" levantamiento del 3 de diciembre de 1990 –del que este jueves pasado se cumplieron 20 años– marcó la "definitiva subordinación de los militares al poder civil".
Esta conclusión le deja aquel levantamiento carapintada: El efecto que tuvo esa última y definitiva crisis militar es que fue un punto de inflexión en nuestra historia política en relación al rol institucional de las Fuerzas Armadas. Se terminaron definitivamente los pactos y acuerdos como los que se habían producido en los motines de Semana Santa, Monte Caseros (liderados por Aldo Rico) o de Villa Martelli. El lamentable acontecimiento de hace 20 años que recordamos (hubo 14 muertos como el mayor Federico Pedernera o el teniente coronel Hernán Pita a quien otro militar le pegó a 30 cm el tiro de gracia, y 100 heridos) terminó en la rendición incondicional de los sublevados y hace 20 años prácticamente vivimos sin ninguna crisis constitucional, ni institucional en las Fuerzas Armadas. Manifiesta el carácter de esa rebelión y se expresa de esa forma: Fue un movimiento anárquico, sin liderazgos, con una falsa ideología a la cual no califico de nacionalista sino de mesiánica. No apreciaron que iban a encontrar la reacción de un Ejército cohesionado, decidido, profesionalmente conducido, y liderado en los distintos niveles. Muchos de los generales que intervinimos (Balza era subjefe, el jefe del Ejército era Martín Bonnet) el 3 de diciembre habíamos estado en Malvinas mientras contadísimos de los rebeldes habían estado allí.
Con respecto al móvil del levantamiento en el Regimiento de Patricios y varios del interior lo resume así: El movimiento anterior de Villa Martelli, dos años antes, había recibido cierto apoyo del menemismo que confiaba en Seineldín como un reaseguro democrático. Hay que recordar que Seineldín desde su detención en los cuarteles de Palermo daba audiencias, recibía a políticos, legisladores, militares retirados, a los que les exponía la visión de un "nuevo ejercito", luego al ser elegido presidente Menem se entrevistó con Seineldín quien le solicitó indultos, retiros de generales, designación del jefe de defensa... todo eso se cumplió. Pero hubo varios actos de indisciplina y el gobierno le perdió la confianza a Seineldín a favor de quien se inclinó un grupo de seguidores que financiaron ese movimiento.
Considera que aquella de hace 20 años fue una interna militar y lo manifiesta: Lo fue y azuzada por políticos, sindicalistas, algunos legisladores, un obispo, militares retirados (advierte que dará los nombres en un libro se su autoría el año próximo). La paradoja es que mientras los militares comprometidos en aquel motín cumplieron duras condenas y fueron dados de baja; todos esos instigadores y financiadores gozan de un cómodo anonimato siendo lo más insólito que muchos de ellos llaman traidores a quienes defendimos la Constitución.
Hace un balance del episodio: En ese motín participaron más de 150 miembros del Ejército que habían sido "perdonados". Mi conclusión es que tanto los indultos como la amnistía consagran el sentimiento de impunidad, y que todo debe resolverse en el marco del orden, la disciplina y la justicia.
En diciembre de 1988, en el levantamiento encabezado por Seineldín en Villa Martelli -dos años antes al que evocamos-, Julio Rajneri por disposición del presidente Raúl Alfonsín (de quien fuera ministro) fue a verme a la Brigada de Neuquén para saber si, en caso de que se hiciera insostenible para el gobierno central la situación en Buenos Aires, podría trasladarse (el gobierno) a Neuquén y si la Brigada lo iba a respaldar; yo le dije a Rajneri "Ninguna duda" y se lo repetí al propio Alfonsín, aunque añadí que no creía que fuese necesario porque lo de Seineldín en horas tendría que terminar.
Al referirse a los golpes de estado como definitivamente cosa pasada, expresó: Si tomamos 80 años para atrás, no creo que ningún argentino recuerde un período de estabilidad constitucional e institucional tan prolongado como los últimos veinte años. Se consolidó la subordinación definitiva del Ejército al poder civil. Desde el 3 de diciembre de 1990, los golpes cívico militares pertenecen definitivamente al pasado.
Fuente: Agencia Buenos Aires
Domingo, 5 de diciembre de 2010
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