René Hilda Batalla ღ Tiquimisquis ღ A sabiendas es que cuando te da el tiquismiquis… Lo primero que te dicen es : -“¡Te estás poniendo vieja!” ¡Y debe ser cierto nomás!
¿Cómo fue que un día dejamos de estrecharnos fuertemente las manos al conocernos, mirarnos a los ojos y decirnos “- Para servirle” o “- Para lo que guste mandar” y esto no significaba que inclináramos la cabeza para que nos la corten, simplemente era poner a disposición nuestra integridad con total honestidad y generosidad? ¿Cuándo dejó de tener vigencia eso de que “la palabra es un documento escrito”?
¿Cómo sucedió que aquellas personas que nos enseñaban a leer y a escribir, a las que reafirmaban en la escuela lo que aprendíamos en nuestros hogares, a las que admirábamos profundamente hoy estén todos los santos días mendigando, reclamando los HONORARIOS por ENSEÑAR y suplicando el RESPETO y la DIGNIDAD no sólo de los dirigentes sino también de los alumnos y de los padres?
¿Por qué un día dejamos de hilar finito y fuimos tan sesos fríos que la política comenzó a llevarnos de las narices siendo la principal protagonista de discusión, diferencias, insultos, agravios, intolerancia, acusaciones, sospechas y descontrol?
¿Por qué nos resulta hasta casi diría normal ver que nuestros adolescentes y jóvenes beban o se droguen hasta el hartazgo? ¿Quién nos vendó los ojos y no nos permite ver que eso es un camino derechito a la autodestrucción?¿Qué lado de su corazón, de su cuerpo o su mente intentan emborrachar o “volar”?
¿Qué es lo que nos lleva a codearnos, murmurar, señalar, burlar o condenar si vemos a una persona gay?
¿Cuándo dejamos de creer que nuestros mayores eran nuestros referentes y comenzaron a ser un estorbo? ¿Cómo es posible que se pueda maltratar, mentir o robar a un anciano?
¿Desde cuándo dejamos de creer que trabajar y sacrificarse por lograr mejores condiciones de vida es solamente una quimera?
¿Para qué nos esforzamos con tanto denuedo en demostrar a todo el mundo, todo el tiempo, que todo lo sabemos, que todo lo entendemos, que todo lo solucionamos, que todo lo superamos, que todo lo manejamos, que todo está a nuestra merced?
¿Cómo es posible que a un hombre educado, gentil o caballero se lo tilde de anticuado? ¿Cómo es que se ha vuelto usual que día a día veamos atónitos en los noticieros hechos de violencia y muerte?
¿En qué momento me descuidé que un grupo de mujeres salieron tetas al viento, a los berridos para reclamar que se nos permita tomar sol en tetas y ni se acordaron que en lugar de unas hermosas, exuberantes,agraciadas, pequeñas, sensuales, atrayentes, llamativas, rozagantes, impresionantes, rimbombantes, codiciosas o lindas tetas como logo de la Lucha Contra el Cáncer de Mama tenemos un moñito rosa?
¿Cómo es que cuando alguien comete un error y tiene la valentía de pedir disculpas el supuesto agredido salga con un martes trece o interpele como una cacatúa, diciendo y repitiendo cosas que jamás, ni por casualidad o por decencia el otro se había tomado tiempo para imaginarlo?
¿Qué es lo que nos atrae y hace que nos copiemos de los medios de comunicación y hagamos de un tema equis un desmenuzamiento banal, agotador y extremadamente extensivo durante tres o cuatro días? ¿Es más fácil pensar en masa?
¿Cuál es el beneficio de hacernos eco del chisme y el potencial murmurador que poseemos hace que se nos infle la lengua, la panza y el cerebro de más suposiciones, comentarios y malas interpretaciones? ¿Qué nos pasó? ¿Por qué nos dormimos o nos dejamos encandilar por la tecnología de tal manera que un celular o una computadora nos reemplaza los abrazos, las miradas, las charlas hasta la madrugada con la familia o los amigos, la mágica costumbre de saber cuál es el timbre de la voz, cuáles son los gestos al expresarse, que color de ojos tiene nuestro interlocutor?
¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quién? ¿Qué? ¿Son preguntas de viejos?
Entonces… ¡Por Dios! ¡Qué viejazo me agarró! René Hilda Batalla
Foto: Río Uruguay, costa montecasereñaViernes, 10 de febrero de 2017
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